El rescate de 280 mil millones de dólares para los pobres no tendría que costarles más a los contribuyentes

Publicado: 4th Septiembre 2009

Los ministros de economía del G20, que se reúnen en Londres este fin de semana, tendrían que proporcionar un balón de oxígeno de 280 mil millones de dólares para los más pobres que luchan por sobrevivir a esta crisis, según explicaba hoy Oxfam.
Un impuesto sobre las transacciones con cambio de divisa es una de las tres medidas que podrían adoptarse para conseguir los tan necesitados fondos para los países en vías de desarrollo, sin que ello suponga otra carga económica para los contribuyentes. Estas propuestas están recogidas en el nuevo informe de Oxfam, “Money for Nothing” (Dinero por nada): tres formas para que el G20 aporte 280 mil millones de dólares para los países pobres.  (Informe en inglés: Money for Nothing: Three ways the G20 could deliver up to $280 billion for poor countries).
Sólo la reforma de los paraísos fiscales podría generar 160 mil millones de dólares, la redistribución de dotaciones acordadas por el Fondo Monetario Internacional podría suponer otros 89 mil millones de dólares, y la creación de un impuesto sobre las transacciones con cambio de divisa podría contribuir con otros 30 mil millones de dólares más. Estos tres canales y cifras se hacen fundamentales para ayudar a los más pobres que padecen esta crisis.

Ésta contribución es totalmente necesaria para evitar que la crisis dinamite las acciones destinadas a la reducción de la pobreza, y más aun cuando los países pobres sufren acusados recortes laborales debido a la caída del comercio y del flujo de capital. Según estimaciones del Banco Mundial y de las Naciones Unidas, entre 50 y 100 millones más de personas se verán atrapadas en las redes de la pobreza este año, y tendrán que sobrevivir con menos de 1,25 dólares al día.

Max Lawson, responsable general de incidencia política de Oxfam afirmaba que: “La belleza de estas propuestas es que permitirían al G20 disponer de la ayuda económica para los más pobres sin tener que pedir al contribuyente medio que se apriete el bolsillo. Los países ricos dispusieron de 18 trillones de dólares en concepto de rescate financiero para la banca, por lo que excusarse ahora en sus limitados presupuestos no puede ser un motivo para dejar de ayudar a los más pobres, y menos cuando existen otras fuentes alternativas para generar recursos y que supondrían un coste mínimo o nulo para ellos.

“Los ministros de economía del G20 tienen una oportunidad real para garantizar que los países pobres reciben una contribución adecuada para resguardarse de una crisis en la que no tuvieron nada que ver. Hay millones de familias que ahora se ven forzadas a tomar decisiones críticas como elegir entre comprar medicinas imprescindibles, enviar a sus niñas a la escuela o comprar alimentos para la siguiente comida”, explicaba Lawson.

El G20 prometió en el mes de abril que aportaría 240 mil millones de dólares en concepto de ayuda para los países en vías de desarrollo, para que éstos pudieran hacerle frente a la crisis económica, lo que incluía 50 mil millones de dólares destinados a los más pobres. No obstante, el Banco Mundial estima que los países en vías de desarrollo necesitarán unos 635 mil millones de dólares en 2009 sólo para poder mantenerse a flote.

Se necesitaría muchísimo más para poder ganarle terreno a la pobreza, hacer que aumente el número de niños escolarizados y para hacerle frente a problemas de salud como el SIDA/VIH o la malaria.

¿Cómo se desarrollarían las tres propuestas?

Establecimiento de un impuesto sobre las transacciones con cambio de divisa del, por lo menos, 0,005% para todas las transacciones internacionales con cambio de divisa. Se estima que este impuesto podría generar un mínimo de 30 mil millones de dólares al año si se aplica a las cuatro divisas principales de la reserva internacional (dólares americanos, yenes, euros y libras británicas) Si éste se aplicara a otras divisas, la cifra podría aumentar hasta los 50 mil millones de dólares. Y si se aplicara una tasa ligeramente más elevada, este impuesto podría generar mayores recursos para el gasto público de los países ricos que ahora viven recortes en sus servicios.
Ceder la mitad de las dotaciones generadas por los derechos de giro de los países ricos. Conseguir que, como mínimo, todos los países del G8 u otros países contribuyentes cedieran la mitad de sus nuevas dotaciones por los derechos especiales de giro del FMI a los países con un bajo nivel de ingresos. Los derechos especiales de giro son una especie de forma de divisa del FMI distribuida entre los estados miembros. El G20 acordó en el mes de abril la creación de un capital de 285 mil millones de dólares a través de los derechos especiales de giro, y que los países ricos recibirían 177 mil millones de dólares de esta cantidad. Oxfam pide que la mitad de esta cifra, 89 mil millones de dólares, se ceda a los países más pobres.
Gestión de los paraísos fiscales. Establecer un acuerdo multilateral para el intercambio automático de información fiscal y solicitar a todos los países informes sobre subvenciones, cifras de ventas y beneficios de las multinacionales, para así ayudar a los países en vías de desarrollo a recuperarse de la pérdida de retribución fiscal. Esta medida podría suponer 160 mil millones de dólares más para los países pobres, y además podría mitigar las pérdidas sufridas por los países ricos debido a la evasión de impuestos. Las iniciativas actuales de la OECD (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos) sobre los paraísos fiscales, respaldadas por el G20, se basan en acuerdos bilaterales entre los países. Hasta la fecha, no hay ningún país en vías de desarrollo que haya firmado un acuerdo bilateral con un paraíso fiscal.

La belleza de estas propuestas es que permitirían al G20 disponer de la ayuda económica para los más pobres sin tener que pedir al contribuyente medio que se apriete el bolsillo
Max Lawson
Consejero de Políticas Públicas, Oxfam