En el Perú de hoy más de 8 millones de personas son jóvenes; constituyendo un sector fundamental para el desarrollo nacional. Ciertamente, en el discurso oficial mucho se habla y se espera de estos jóvenes, en la visión de un Perú llamado a ocupar un lugar entre los países desarrollados. Pero ante dichas expectativas cabe preguntarse ¿Qué se hace realmente para desarrollar el potencial de nuestra juventud? ¿Se les prepara para los desafíos de un mundo cada vez más complejo? ¿Se les provee de recursos y oportunidades adecuadas?
La evidencia da una respuesta negativa. No se hace lo suficiente para que nuestra juventud tenga las habilidades y recursos necesarios para prosperar y hacer prosperar al país. Las brechas y barreras que frustran y relegan a los jóvenes, más allá de progresos parciales, siguen largamente en pie.