Durante la última década, Perú ha experimentado un periodo de crecimiento económico sostenido. Como resultado, muchos de los indicadores macroeconómicos del país se parecen a los de un país de ingreso medio. Sin embargo, aún existen grandes problemas sociales y de desarrollo que lo alejan de tal categoría. Estos son especialmente importantes para un país aspirando convertirse en miembro de la OECD. Más allá del crecimiento económico y la reducción de la pobreza, existen indicadores de desarrollo que necesitan mejoras importantes. En el mercado laboral, ahí donde se generan cerca del 80% del ingreso de los hogares, se encuentran algunos de tales indicadores. En 2016, por ejemplo, 7 de cada 10 peruanos trabajaron en empleos informales.
Esta situación cobra mayor importancia en un contexto de desaceleración económica. Si los indicadores de crecimiento macro caen, el consumo va a caer y las empresas van a producir menos. Esto, a su vez, supone reducir el trabajo. El mercado laboral se volverá más incierto para los trabajadores actuales, y menos receptivo con los nuevos trabajadores. Entre los últimos van a estar los jóvenes - individuos entre 15 y 24 años - que recién se insertan en el mercado laboral. A ellos, incluso en un periodo de crecimiento económico, les suele ir peor que a los adultos en los indicadores de empleo. Esto se explica en gran medida porque los jóvenes carecen de experiencia y de contactos. Lo que preocupa en un contexto de desaceleración es que la brecha adultos-jóvenes aumente. Adicionalmente, dentro de los jóvenes, la situación laboral de los que viven en hogares pobres preocupa especialmente pues las redes de contactos que les permitirían insertarse al mercado laboral son aún más precarias o inexistentes.
En este estudio analizamos la situación de los jóvenes frente a los dos principales medios con que ellos cuentan para una acumulación de capital humano: el estudio y el trabajo.