Te presentamos a las Justicieras de la Tierra, tres mujeres rurales que se valen de sus saberes, astucia y humor para luchar contra el cambio climático en Perú. Esta vez, sus poderes llegarán hasta Palacio de Gobierno en Lima.
Este comic se basa en la fuerza de Sol, Esperanza y Marina, tres mujeres rurales, quienes luchan por un futuro con agua, tierra y alimentos para todo el mundo. Ellas, junto a campesinas de Latinoamérica, deberán enfrentar conflictos, villanos e injusticias con la certeza de que sí es posible cambiar el mundo.
No dejes de leer aquí a las aventuras de las Justicieras de la Tierra.
¿Quiénes son las Justicieras de la tierra?
Sol
Es la más joven de las justicieras. Nació a finales de los años noventa en una familia indígena y urbana: mitad rural y mitad urbana. Siempre ha estado en contacto con el campo, porque aunque migró, su familia conserva la parcela y en época de siembra y cosecha se traslada para trabajarla.
Sol es independiente, curiosa, creativa y amante de la tecnología. No quiere tener hijos y está segura de que el mundo logrará acabar con el hambre. ¿Sus súper poderes? Un celular y unas semillas mágicas de las que brotan plantas gigantes que le hacen viajar por el espacio…y el tiempo.
Esperanza
Nació en la década del 40 y creció frente al mar, en una tierra caliente y empobrecida. En su juventud vivía de la agricultura pero sobre todo de la venta de comida: ceviches, patacones, panes de yuca, y dulces de coco.
Su vida como lideresa social empezó cuando ya era una mujer madura, después de formarse como defensora de derechos humanos. Su interés y compromiso la llevaron a formar la primera asociación de agricultoras afro de su país. No fue fácil: su transformación le costó un divorcio y el conflicto con su familia, pero Esperanza es como su nombre: No se detuvo y siguió adelante.
Posee tierras mágicas procedentes de varios países de América, con ellas logra que la gente cambie su forma de pensar, vivir, comer y… gobernar.
Marina
Nació en los años 70 y desde muy chica tuvo que dedicarse a los trabajos que el campo impone a las mujeres: la siembra y cosecha, el cuidado de la familia, la crianza de animales y la vigilancia de su parcela, siempre amenazada por las agroindustrias y terratenientes que la reclamaban como suya.
Y un día sus pesadillas se volvieron realidad: Una empresa les quitó las chacras a su comunidad, presentando títulos de propiedad irregulares que obtuvieron gracias a favores de políticos y jueces. Despojada de tierra y derechos, no le quedó más que migrar.
Es atrevida y emprendedora y tiene gran capacidad de resiliencia. Trabaja en una organización de mujeres campesinas y vende productos agroecológicos en el mercado. Su compañero se encarga de la casa y del cuidado de sus dos hijas. ¿Y el súper poder de Marina? Uno delicioso: ¡Hace suyas las cualidades de los alimentos que come!